Siguiendo con los temas relacionados a la justicia social y a denunciar los atropellos cometidos por los poderosos, en esta novela, Mario Vargas Llosa nos narra la vida de Roger Casement, el justiciero norirlandés quien volcó sus esfuerzos en la liberación de su patria y denunció los atropellos cometidos por Leopoldo II (Rey de Bélgica) en el Congo y las atrocidades cometidas por Julio C Arana en la amazonía peruana.
Esta novela, a diferencia de las otras escritas por el autor, tiene un aura especial pues fue lanzada a la venta en las semanas siguientes del anuncio de la obtención del Premio Nobel del autor, lo que origina en el lector una atención especial a pesar de que fue escrita años atrás.
El ritmo de la novela deja entrever en capítulos alternados los días previos a la ejecución de Roger Casement “el celta” junto con sus pericias en el Congo al cual viaja inspirado para ser testigo de la corrupción moral que retratara su amigo Joseph Conrad en su libro “el corazón de las tinieblas” en su primera parte.
Posteriormente viaja a la amazonía peruana nuevamente encomendado por la Foreign Office para recoger las denuncias contra la compañía cauchera Peruvian Amazon Company de capitales ingleses, encontrándose nuevamente con las mismas atrocidades vistas en el Congo: torturas, asesinatos y abusos en contra de los indígenas. Esta vez ya no se trataban de colonos belgas sino más bien de los propios peruanos, brasileros o colombianos los que cometían las atrocidades en contra de los aborígenes.
En la tercera parte del libro, los horrores del colonialismo vistos por el celta en tierras ajenas, hace que libre su batalla personal en contra de este en su propia casa: Irlanda.
Dejó el servicio consular en 1912 y se unió a voluntarios irlandeses, contactó con compatriotas exiliados en Nueva York y buscó ayuda alemana para el levantamiento de su patria para liberarse del yugo ingles.
El Viernes Santo de abril de 1916 Roger Casement fue capturado en suelo británico y acusado de alta traición.
Otra vez la indiscutible maestría de Vargas Llosa se pone de manifiesto a través de la narración y de las técnicas literarias utilizadas en esta obra. Los saltos temporales, los niveles de realidad y una serie de mecanismos que hipnotizan al lector y lo transporta a las nostalgias y utopías del protagonista, creando una novela que no necesariamente está pegada a los hechos históricos, sino mas bien hace de la historia una obra de arte.
Los sueños de libertad, de justicia y de altruismo están perfectamente recreados a lo largo de los capítulos. Otro detalle importante es el interés que muestra el protagonista por aprender a lo largo de su vida el gaélico o lengua de los celtas. Esto podría ser claramente interpretado por las palabras del Dr. Jorge Oshiro en una entrevista reciente: “la lengua no es un mero instrumento de comunicación de una cultura. La filosofía del lenguaje nos muestra que la lengua es la cultura misma”
Si bien es cierto que a lo largo de la narración, muchas veces el lector se pierde entre nombres de personas y lugares del Congo y de Irlanda (por que al menos en la Amazonía estamos mas familiarizados con las ciudades y los nombres en castellano) las actitudes del protagonista están claramente vistas y expresadas sin perder el hilo conductor de la trama y explicarnos muy sutilmente como funciona el pensamiento humano.
Y como todo personaje de Vargas Llosa, es controversial (medio cabrinchi resultó “el celta”) además de pedófilo, tendencias que merecían la cárcel y eran juzgadas con una moral rígida de acuerdo a la religión de la época (tanto la iglesia anglicana como la católica castigaban rigurosamente tales practicas)
En términos generales el autor nos muestra como la literatura puede nutrirse de la historia sin depender de ella y resalta todas las virtudes y los defectos de un personaje cuya imagen quisieron menospreciar y hasta hacerla desaparecer de la historia, por tratarse de alguien que se rebeló contra un régimen colonialista como lo fue la Inglaterra de principios del siglo XX
Nos muestra también el poder de la literatura al resucitar casi un siglo después la imagen de Roger Casement en donde ni en África ni en la Amazonía era recordado.
La lengua no es un mero instrumento de comunicación de una
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