Buenos Aires Argentina (1962). Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador. Post grado en la Universidad de Tsukuba (Japón). En 1991 comienza a trabajar de interprete y consultor para el Centro de Empleos y Asistencia para Trabajadores Latinos Nikkeis-TOKYO NIKKEIS, organismo dependiente del Ministerio de Trabajo de Japón.
Ha dictado conferencias y ha sido un soporte fundamental para el trabajador dekasegi latino radicado en el Japón en consultoría de leyes y temas económicos.
-Según su criterio, ¿Cómo explica usted el retorno de dekasegis latinos a nuestros países a partir de diciembre del 2008? ¿No estábamos preparados para afrontar una crisis?
Primero, casi ningún economista pudo anunciar semejante crisis financiera y económica a nivel global desencadenado por la quiebra de Lehman Brothers. En ese sentido, los efectos de esa bancarrota que se manifestó de manera inmediata en la bolsa de valores de todo el mundo, la contracción de las inversiones y su incidencia en toda la actividad económica fue muy rápida y de enorme profundidad. Obviamente, Japón, que se sostiene gracias a las industrias de exportación, no estuvo exento de esas consecuencias porque sus mercados externos, empezando por el americano, el europeo y también el chino, sufrieron enormes daños. Los extranjeros de Japón se vieron también en una encrucijada porque en los meses de octubre-noviembre muchos quedaron despedidos o en situación de no renovación de los contratos temporales. Aún así, el gobierno de Aso Taro tomó, como nunca se ha visto, inmediatas medidas que paliaron la crisis y la tasa de desempleo se mantuvo en el 5.6% y jamás llegó al 6%.
Claro que en el ámbito de los empleos precarios puede que esta tasa haya sido mayor y en algunas regiones y actividades haya superado el 10% o tal vez más, pero las medidas gubernamentales de flexibilizar el pago del seguro de desempleo, de reubicación en viviendas públicas para aquellos que se quedaron sin casa o desalojados de los apartamentos de las contratistas, más la solidaridad demostrada por vecinos y empresarios, tanto latinos como japoneses, han hecho que los dekaseguis latinos, no sufrieran como en Estados Unidos o España, por mencionar algunos ejemplos, consecuencias dramáticas.
Dentro de este contexto, algunos regresaron por temor a no poder mantener sus familias o a resguardarse con sus ahorros en su propio país donde el costo de vida es menor que Japón. En el caso de los brasileños ha sido, proporcionalmente, tres veces más que los peruanos, pero creo que muchos se dejaron llevar por la corriente porque en realidad, aún viendo las tasas de desocupación de las provincias en el primer semestre del 2009 no es tan grave como algunos lo señalan.
Los peruanos, fueron más cautos y observaron y compararon mejor que los brasileños entre lo que les podía ofrecer el Perú y el Japón. Igual, no habrá sido nada fácil para aquellos que tomaron la decisión de regresar al Perú, sea por su propia cuenta o con dinero público de Japón.
-El incremento de chinos y filipinos en el territorio japonés ¿obedece necesariamente a que se cambia la mano de obra latina por mano de obra menos costosa o hay alguna otra razón por la cual se ha dado este incremento?
No, necesariamente. Si usted viera las actividades donde trabajan los chinos y los filipinos, no siempre se superpone con los latinos. Sí se puede decir que los chinos que vienen como “kenshu o jisshu” (capacitación) y que son unos 65.000 en todo el país, son mano de obra menos costosa y reemplaza en alguna medida la latina nikkei. Y en el caso de los filipinos, el total de registrados son más de 210.000, pero la particularidad es que 164.000 son mujeres y que en su gran mayoría ya tienen la residencia permanente o el visado de cónyuge de japonés y de larga permanencia (teijusha). Son mujeres que en estas últimas décadas vinieron como artistas, bailarinas, etc. pero que fueron muy conscientes de su situación y se integraron rápidamente a la sociedad buscando, en su gran mayoría, formar pareja con japoneses. Se podría decir que en algunas fábricas de procesamiento y preparado de alimentos pueden transformarse en una mano de obra de competencia de las señoras peruanas, pero las filipinas aprenden muy rápido el japonés y están más insertos en el sector servicios, incluído supermercados y el sector gastronómico.
-¿Cuál es su opinión acerca de las leyes japonesas con respecto a la naturalización de ciudadanos extranjeros, en este caso la comunidad latina? Muchos lo están haciendo pensando en el futuro de su próxima generación, ¿el gobierno japonés da las facilidades del caso o pone cada vez mas trabas?
Creo que, de hecho, están facilitando bastante la adopción de la nacionalidad japonesa, a todos en general. Los nikkei, por ser descendientes, tenemos algunas ventajas en la tramitación, pues la misma ley de nacionalidad señala como “naturalización simplificada” (kan-i kika). Sin embargo, como se trata de una examinación caso por caso, hay nikkei que han sufrido bastante y les ha llevado mucho tiempo obtener la nacionalidad. También conozco de casos que sin saber mucho el japonés lo han logrado porque sus hijos van a la escuela pública japonesa y toda la familia está muy integrada a la sociedad japonesa. Puede haber casos difíciles por los antecedentes que tienen, tales como permanencia ilegal, uso de nombre falso (los famosos “nikkei chicha”), etc; pero, en líneas generales, cuando todos los miembros de una familia, sean nikkei o no, la tramitan creo que tienen más posibilidades de ser aprobado.
-Al ver la situación vivida en el archipiélago a partir de diciembre del 2008 ¿Qué fue lo que le falto a la comunidad latina para ser sólida como comunidad dentro de Japón?
Yo creo que han demostrado bastante solidaridad y ayuda mutua entre los peruanos. Las iglesias y los grupos de ayuda han sabido dar una mano a las familias que se han quedado sin vivienda e incluso se han repartido bolsas de alimentos para aquellos que se quedaron sin trabajo, tanto el papá como la mamá. Lo que yo pude observar, por otro lado, es que se puso al descubierto que muchos estaban endeudados más allá de sus posibilidades, sea por la compra de una casa, de carros caros y otros gastos como electrodomésticos y aparatos electrónicos comprados con tarjeta de crédito. Creo que los que no tenían ahorros y encima deudas, no les fue para nada bien porque con la crisis perdieron su casa y todo bien patrimonial. No son pocos los que optaron por declararse judicialmente la quiebra personal (jico Hasan). Sin embargo, los que han tenido y tienen una conducta más coherente y acorde a sus ingresos y conocen sus limitaciones han sabido sobrellevar mejor las consecuencias de la crisis. Muchos se han dado cuenta, e incluso los mismos japoneses, cuáles son los límites de consumo y de proyección que pueden tener con un trabajo precario y en el estrato social donde se encuentran.
-¿Y que le falto al dejaseis en general?
Más realismo para verse a sí mismo. Un poco más de proyección a futuro y pensar con más seriedad por sus hijos. Además, no pueden seguir pensando como “dekasegui”, con un pensamiento temporal, después de 20 años de esta corriente migratoria, ¿no le parece? No pueden seguir dudando “de si me quedo o me regreso”. Esas dudas no favorecen la integración social y mucho menos la educación y el progreso de sus hijos.
-¿Cómo vislumbra la situación económica del Japón para los próximos años?
Bastante difícil, pues el mercado interno está saturado y el Japón necesita rediseñar su estructura productiva para un mundo diferente a lo que ha sido hasta ahora. Si bien el sector manufacturero exportador seguirá teniendo su protagonismo, las tareas que requieren las fábricas que quedan o van a quedar en el Japón son de alto rendimiento y mucho nivel técnico. La mano de obra fabril de poca calificación como la que es de los “dekasegui” va a ser reemplazada por robots y trabajadores eventuales internos y externos más jóvenes. Los salarios, en general, en esta área van a bajar y solo en el sector servicios podría haber más generación de empleo, principalmente, en atención y cuidado de ancianos, mantenimiento de bosques, personal de apoyo en las nuevas industrias energéticas, etc.
Se les está diciendo a los trabajadores latinos hasta el cansancio que aprendan más el japonés pero no son pocos los que hacen caso omiso a estos llamados de atención. Las contratistas ya no les va a poner intérpretes en los lugares de trabajo e incluso las mismas podrían desaparecer porque la actual administración del Partido Democrático de Japón, por recomendación de la Federación Nacional de Sindicatos, está viendo eliminar la intermediación de mano de obra fabril para reducir la subcontratación y fomentar el empleo directo y fijo.
-¿Nos podría hablar acerca de los programas de ayuda que tienen los países para el retorno de los ex dekasegi?
¿Usted se refiere a los programas de retorno que han dado, por ejemplo, España o el mismo Japón? Se que en el caso de España los resultados han sido limitados. Francia, lo está haciendo con los gitanos dándole unos 300 euros a aquellos que son “expulsados”. En el caso de Europa, generalmente, son indocumentados.
El de Japón, denominado “nikkeijin shurosha kikoku shien jigyo” (Plan de Retorno de los Trabajadores Nikkei), ha estado dirigido a los trabajadores nikkei de América Latina y creo que ha tenido un resultado mayor de lo esperado, pues durante el 2009 hasta marzo del 2010, de los 84.000 brasileños que retornaron a Brasil unos 21.000 optaron por hacerlo con este subsidio público. Y en el caso de los peruanos, de los 10.330 solo unos 900 lo hicieron con este plan del gobierno japonés, cuya paga era de 300.000 yenes por el solicitante y 200.000 por cada familiar acompañante. Muchos decían casi nadie iba a utilizar este programa pero en el caso de los brasileños fue patente y ahí están, en su país. Desde luego, de los que regresaron por cuenta propia muchos están retornando nuevamente al Japón porque en su país no encuentran un trabajo adecuado con ingresos apropiados, por que las estadísticas de diciembre del 2009 con respecto al año anterior demuestran que en el caso de los brasileños la reducción ha sido del 15% y el de los peruanos de apenas el 4%. Eso da cuenta que si bien salieron de Japón en un tiempo perentorio han retornado.
La crítica a esta medida se centra en que ha sido una “expulsión encubierta” del gobierno japonés pues los que accedieron a este plan no pueden retornar ni reingresar al Japón durante 3 años, lo que da por sentado que hasta el que tenía visado de residencia permanente tendrá que tramitar de cero su permiso de permanencia el día de mañana. Sin embargo; nadie los ha obligado ni forzado a utilizar este subsidio, pues se ha tratado de una medida extraordinaria para facilitar a aquellos que por esa difícil situación en que se encontraban y sin capacidad económica, tuvieran, por lo menos, la posibilidad de retornar a su país. No son pocos los que aún teniendo algunos ahorros solicitaron este subsidio y luego en el país de origen cobraron el reintegro de los aportes jubilatorios, también. También, ha habido de familias que estaban muy endeudados, prácticamente en bancarrota, que usaron este medio para “darse a la fuga” y dejar todas las deudas pendientes en situación impaga. Muchos alcaldes han manifestado su disgusto porque en Estado nacional otorgó un subsidio sin considerar los impuestos municipales y las cuotas del seguro de salud impagos.
En fin, hay algunos reclamos de brasileños que desean que se les reduzca el tiempo de no ingreso al Japón, pero si tomamos en consideración el esfuerzo que han y están realizando la mayoría de los latinos nikkei aquí, por un criterio de equidad, es lógico que tengan alguna limitación o restricción para diferenciarlos de los que están trabajando, pagando sus impuestos y asumiendo sus responsabilidades.
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