domingo, 12 de septiembre de 2010

¿PARA QUE NOS SIRVE LA HISTORIA?

Recuerdo que hace un tiempo atrás me encontré con una amiga, Nikkei, descendiente de okinawenses que actualmente reside en los Estados Unidos y que por motivos laborales, se desplaza de un país a otro, pues su compañía la envía a los lugares en donde tiene diferentes sedes y conversamos acerca de cómo los viajes enriquecen magníficamente la vida de las personas.


Cuando conversamos acerca de los lugares que ella quería conocer me menciono muchísimos destinos turísticos comerciales: Miami, Los Ángeles, San Francisco, Italia, España, entre otros, sin mencionar ningún país asiático, ni mucho menos Okinawa.

Lógicamente que por tratarse de una descendiente de okinawenses le pregunte el por que de su indiferencia con el Japón y sobre todo con Okinawa y me respondió que no le interesaba, que eso ya fue o que ella era peruana y ciudadana del mundo.

Personalmente creo que toda persona tiene el derecho de ser indiferente con la historia de sus antepasados y de dejarse envolver por el entorno comercial que nos rodea, pero ¿no le queda un poco de curiosidad siquiera el conocer el lugar de donde vinieron sus ojis y obas?, al menos por un hecho existencial.

Como todos decimos, en el Perú y en el mundo uno se encuentra con todo tipo de personas, y en este caso, pienso que me encontré con mi contraparte, pues en mi experiencia de dekasegi, cuando tuve la oportunidad de viajar estando dentro del Japón (es decir escoger voluntariamente mi destino como turista y no empujado por la crisis económica) el primer destino que escogí fue Okinawa por varias razones, entre ellas el conocer una isla con unas costumbres tan diferentes a Kanto, con otro clima, otra gente y otro ambiente y por sobre todo, el adentrarme dentro de la historia de mis antepasados y responder las preguntas que me perseguían desde niño: ¿de donde vinieron mis abuelos? ¿Cómo era esa isla que tanto nombraban y que solo conocía por fotos? ¿Por qué decían que Okinawa era tan diferente de “naichi”?.

Ese motor de la existencia misma fue lo que me impulso a tomar como destino Okinawa, no solo para satisfacer aquella curiosidad que me perseguía desde niño sino también para responder algunas preguntas que con el paso del tiempo surgían en mi mente a un nivel ya mas colectivo: la sociedad nikkei peruana.

Durante mi niñez y adolescencia pocas son las publicaciones que encontraba acerca de la historia de la inmigración japonesa al Perú, la mayoría se publicaron a partir de 1990 lo que me lleva a la siguiente pregunta: ¿para que sirve la historia?

Los hechos personales algunos lo llevan a través de diarios, pero los hechos colectivos tienen que llevarse en documentos de manera escrita, sin confiarse solamente en la memoria. El registro escrito es una de las fuentes más importantes de la investigación de las personas de nuestra colectividad. ¿De donde vinieron mi oji y mi oba? ¿Por qué vinieron al Perú y no fueron a Estados Unidos? (como mas de uno hubiese querido) ¿en donde trabajaron cuando llegaron?, en fin una serie de preguntas que deben tener respuesta en una transcripción histórica que llegue a interesar a todos, que superen la indiferencia de muchas personas como mi amiga que se dejo envolver por el contorno comercial y orienta sus experiencias a buscar lo que posiblemente alguna vez vio por televisión con una cultura comercial totalmente dominada por occidente y que calo mas profundo que la historia de los inmigrantes okinawenses (es decir la historia de sus antepasados mismos, la historia de su misma existencia).

Para eso sirve la historia, para dar respuesta a las grandes preguntas que alimentan nuestra curiosidad, nuestra existencia, el descubrir de donde venimos y hacia donde vamos, el meditar acerca de la vida de nuestros antepasados, las peripecias que pasaron para dejarnos en donde estamos y formarnos como somos y comparar cosas que no apreciamos actualmente pero que comparado con lo que anteriormente vivieron ellos son cosas dignas de apreciar en este momento.

Todo este concepto de historia lógicamente tiene que ser presentado de manera ágil, amena, ordenada y sobre todo escrita para que llegue a lo mas profundo del corazón de las personas, pues como en el caso de mi amiga, parece que el mismo periplo existencial que llevaron sus antepasados no llego a tocar sus fibras mas intimas y se dejo llevar por la corriente comercial del existencialismo Light que nos rodea.

Si no dejamos pruebas de nuestra existencia, de manera escrita, ¿Cómo justificamos nuestro paso por este mundo?

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