lunes, 20 de diciembre de 2010

ENTREVISTA A FERNANDO YOGUI TERUYA

Graduado este año en el taller de pintura “Camino a la felicidad”, Fernando Yogui Teruya nos enseña que no hay edad para iniciarse en el arte.


En sus propias palabras: “La magia que rescató mi lado artístico, abrió las puertas para respirar en integra libertad y volví a nacer, para iniciar el postergado viaje de mis ensueños a través de los pinceles”.


-¿Cómo se inició en el arte?




Bueno, el arte siempre lo he tenido en mi sangre. Que yo tenga uso de razón recuerdo que dibujaba desde los tres años o tres años y medio. Hacía garabatos en el piso. Me iba a las paredes que tenían capa de yeso, arrancaba un pedazo de yeso y me ponía a dibujar en las calles. Es decir que el deseo de pintar ya lo tenia desde pequeño. Y fue mi gran deseo. Mi gran vocación. Ya en secundaria empecé a dibujar utilizando la tinta seca. Hice muchos retratos. Tal es así que los profesores se disputaban mis fólderes a final de año. Desaparecía mi folder de historia, de geografía, de artes plásticas.



-¿Y que le decían sus profesores?



Me decían que ese era mi destino. Que era ser artista. Pero el destino siempre te da otro tipo de respuesta por las mismas necesidades ¿no? Las mismas necesidades me alejaron de lo que yo quería ser y tuve que circunscribirme al trabajo de la realidad para poder sostenerme y sostener a mi posterior familia.



-¿Y a que se dedicó para poder sostenerse?



Yo soy profesor de literatura. Profesor ya cesante. Al menos la literatura fue para mí una especie de alivio. Por que la literatura para mí es similar que la pintura y similar que la música. Por que a través de la literatura también haces arte. Como haces arte con la música a través de los sonidos y la pintura a través de los colores. Por lo tanto la literatura también suplió mucho ese obsesivo que tenía yo por la pintura que recién a la edad de 60 años este taller con su magia de amistad, de calor, de unidad hizo que las puertas nuevamente se abrieran y nuevamente emergiera el talento artístico que lo tenía adormecido.



-¿Es decir que volvió a renacer a los sesenta años?



Así es. A los sesenta años me he vuelto a iniciar en lo que es el arte, ya a través de los pinceles, con el óleo. Nunca antes lo había hecho. Pero si lo había hecho a los treinta con acuarela, había incursionado por mi cuenta y asociado con un amigo que trabajó en la Casa Iturri para pintar en mayólicas pero con acuarela. Esa que se mete al horno. Allí más o menos aprendí a dominar la acuarela para mayólica.



-¿De alguna manera el hecho de ser Nikkei ha influido en su obra?



Bueno. Nunca lo pensé ah. Nunca he pensado que el hecho de pertenecer a una determinada raza, religión, etcétera influenciara. Por que desde que tengo uso de razón nunca me deje llevar por este tipo de pensamientos. Soy como soy. No me dejo influenciar por ideas a veces cerradas. A veces demasiados prejuiciosas. No me dejo llevar por eso. No creo que por el hecho de ser nikkei haya influencia. Eso depende de la formación. Pero algo si hay presente. Eso viene del aspecto creo genético. Ese tipo de sensibilidad de delicadeza oriental. Que todos lo tenemos. Bueno en ese aspecto podría decir que si hay ese tipo de influencia. Pero que determine totalmente no lo creo. Es cuestión de formación.



-¿Todas sus obras son de su autoría?



Así es. Yo lo imagino todo. Primero cuando quiero hacer un cierto tema consulto determinados libros para ver las características que tiene cada cultura respecto a su manifestación en cuanto a los ceramios, etcétera. Veo cuales son los colores preferenciales, después invento la cerámica y empiezo a jugar con los colores.



-¿O sea que previamente al inicio de su creación hay todo un estudio que empieza con los libros?



Si. Justamente para no alejarme del tema que quiero hacer. O sea quiero estar dentro de los mismos. Por eso que los colores que yo trato de hacer son los colores prácticamente que llamamos indio, el rojo indio, el verde indio, etcétera.



-Aparte de la literatura y la pintura ¿hay otras artes las cuales aprecie?



Si. Me gusta la música. Yo no tengo mucho conocimiento, pero me encanta la música clásica. Escucho a Shubert, a Chopin. Me gusta bailar y la música popular.



-¿Algún artista plástico al cual admire?



Admiro a muchos. Admiro a Tilsa Tsuchiya. Me parece que ella ha influenciado a muchos autores por que veo a muchos autores presentes del momento que tienen ciertas influencias. Admiro también a Picasso, a Dalí. Para mí toda manifestación artística es buena. Y cualquier autor, yo veo y me agrada, en primer lugar cuando hay armonía cromática, cuando hay belleza en la forma, todo eso me agrada.



-En el mundo de la pintura hay de todo ¿no?



Hay también pinturas que son de autores ya célebres pero no me atraen. No me atraen por su contenido temático, por sus rasgos de la pintura, por a mí me gusta la pintura fina, no la tosca. Es cuestión de gustos. No se puede decir esto está bien y esto esta mal. Lo que puedo decir es “esto me gusta y esto no me gusta” por que en arte hay gustos…y disgustos también.



-¿Y conoce usted Okinawa?



No. Esa fue mi más grande frustración cuando estuve trabajando en el Japón. Dos años trabajé como obrero allá. Yo viajé dos veces y a la segunda vez que regresé dije “a la tercera va la vencida” pero no concrete ese viaje. Ya por necesidades familiares y todo eso.



-¿Cuál es su meta?



Mi meta es hacer una presentación individual justamente con el tema que expongo aquí que son las esculturas pre-incaicas. “Pariendo culturas” se llama mi cuadro y justamente mi meta es hacer un exposición individual acerca del tema de las culturas pre-incaicas. Y otro tema que estoy preparando es acerca de las mitologías a nivel mundial.


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