sábado, 11 de diciembre de 2010

SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN

En estos tiempos de viajes y de globalización es casi normal que nos haya sucedido de que conozcamos a personas que sean conocidas o familiares de personas afines a nosotros, en especial en esta ciudad tan pequeña como Lima y más aun dentro de la sociedad nikkei.


Esto puede suceder tanto en nuestro país como en el extranjero. Recuerdo que hace algunos años atrás, en la fábrica donde trabajé en Utsonomiya, prefectura de Tochigi, me encontré con un antiguo amigo de infancia. Como trabajaba en otra sección le comentaba a los japoneses y brasileros que yo conocía a esa persona. Ellos se quedaban sorprendidos y me comentaban con incredulidad: “¿Cómo vas a conocer a una persona y coincidentemente te vas a encontrar aquí a miles de kilómetros lejos de tu ciudad?”. Tenían razón pues para un japonés o un brasilero es casi imposible que eso le suceda con algún compatriota suyo en el extranjero.

En Lima es casi normal eso. Pues nuestra ciudad es descrita muchas veces como “pueblo chico, infierno grande”, pero en países como Japón u otros, es más difícil que esto suceda ya sea por la cantidad de habitantes o por el estilo de vida.

Ahora con la aparición de las redes sociales nos podemos percatar de que eso es normal y hasta hay una teoría denominada “los seis grados de separación” en la cual afirma que una persona puede estar conectada a otra en el planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Según esta teoría, cada persona común conoce aproximadamente 100 personas entre amigos y familiares. Si cada uno de estos amigos y familiares cercanos se relaciona con otras 100 personas cualquier individuo puede pasar un mensaje a 10000 personas más tan solo pidiendo a uno de estos cien amigos que les envíen el mensaje a sus amigos.

Si esos 10000 conocen a otro 100, la red ya se ampliaría a un millón de personas conectadas en un tercer nivel, a cien millones conectadas en un cuarto nivel, a diez mil millones en un quinto nivel y a un billón de personas en un sexto nivel. En seis pasos y con las tecnologías disponibles actualmente se podría enviar un mensaje a cualquier individuo del planeta.

Lógicamente que mientras más pasos haya que dar, más lejana será la conexión entre los dos individuos y más difícil la comunicación. Sin embargo, internet ha eliminado algunas de esas barreras creando verdaderas redes sociales a nivel mundial, en segmentos específicos: de empresarios, de artistas o de comunidades afincadas en ciertos países, entre muchísimas otras.

Esta teoría está explicada en el libro: “Six Degrees: the science of a connected age” del sociólogo Duncan Watts.

Aplicando esto a nuestra realidad nos podemos topar con muchas explicaciones a las que llamamos “coincidencias”, teniendo en cuenta que vivimos en un país tan centralizado como lo es el Perú, en donde los principales destinos de migración al exterior no pasan de los diez países (Estados Unidos en primer lugar) y sobre todo en donde la forma de socializar siempre está enfrascada en una ciudad relativamente pequeña. Compañeros de promoción, vecinos del barrio o la comunidad en donde nos desenvolvemos siempre estarán allí en la misma ciudad (al menos la mayoría).

Y si de salir al extranjero se trata, es prácticamente similar pues los peruanos estamos acostumbrados a crear núcleos que albergan al grueso de los peruanos sea en el país que fuere por ejemplo en Estados Unidos Patterson (Nueva Jersey), Isesaki, Moka o Tsurumi en el Japón, etcétera.

Conociendo esta teoría ya no es sorprendente entonces casos como el que le sucedió en el Japón a un amigo quien queriendo sorprender a su enamorada enviándole un regalo “sorpresa” y yendo a una conocida empresa de envío de remesas que también daba estos servicios se llevó la sorpresa él, pues era la hermana de su enamorada quien fue la que le lleno el formulario de entrega en el mostrador de la oficina en Tokio. No la conocía en Lima y se enteró pasado el tiempo pues la misma chica estuvo más sorprendida aún de que aquel galán “anónimo” envíe flores a su casa en Lima.

O del tío Ricardo con el que compartí el apato en 1999 allá en Maebashi quien los fines de semana alquilaba “Magaly TV” para “relajarse” y disfrutar de los ampays, dándose con la sorpresa de su vida al ver a su señora en una peña de Barranco, acompañada de otro caballero, en una de las incursiones nocturnas de ese programa por las noches limeñas.

¿Son coincidencias o es que nuestro propio temperamento no está preparado para recibir estas “sorpresas” que nos depara la vida, para bien o para mal?

Por ejemplo dentro de la sociedad nikkei el comunicarse con otro miembro de la colonia estará tan solo en el segundo o tercer nivel de esta cadena exponencial. Mejor dicho no es necesario pasar por más de uno o dos conocidos para encontrarse con otro miembro de la misma colonia. ¿Será ese el motivo por el cual hay mucho tema de conversación cuando de hablar de otra persona se trata o el motivo por el cual las habladurías de las viejas de cafetería de la colonia surten efecto o el motivo por el cual muchos yutas aciertan cuando uno les va a consultar?

La teoría de los seis grados nos demuestra que “el mundo es un pañuelo” y el vivir entrelazado dentro de una ciudad como Lima y una sociedad como la nikkei es de doble filo. Pero si no fuera así. ¡Que aburrido sería!

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